El agua destinada al consumo humano debe pasar una serie de procesos desde que se recoge hasta que llega a nuestros hogares, eliminando de esta forma todo tipo de microorganismos, sustancias nocivas o parásitos, que puedan suponer un riesgo para la salud.

En España, los criterios sanitarios que tienen que cumplir las aguas para el consumo humano y las instalaciones para su suministro están regulados mediante el Real Decreto 140/2003, que se detalla en la legislación.

En la mayoría de los casos, el agua recogida en los puntos de captación (ríos, arroyos, lagos, pozos, etc.) no cumple los requisitos necesarios, por lo que debe ser sometida a un proceso de potabilización para garantizar su calidad, una vez que llegue a nuestros hogares. Generalmente este consta de diversas partes:

– Pretratamiento: consiste en eliminar todos aquellos elementos sólidos de mayor tamaño que contenga el agua al ser captada, tales como hojas, ramas, piedras, etc. Para ello, se emplean rejas y/o tamices que retengan todos estos sólidos. Seguidamente, el agua suele someterse a la fase de aireación, dejándola caer por una cascada con el fin de incrementar su proporción de oxígeno. Finalmente, se le añade una oxidación primaria, como podría ser dióxido de cloro, con lo que se logra la destrucción de las sustancias orgánicas precursoras de trihalometanos y se realiza de esta forma una predesinfección.

– Coagulación-floculación: se ajusta el pH añadiendo ácidos (clorhídrico, sulfúrico) o álcalis (hidróxidos de calcio o sódico) y agentes coagulantes (aluminio o sales de hierro), lo cual facilita la coalescencia y da lugar a partículas de mayor tamaño o flóculos que se separan más fácilmente en la siguiente etapa.

– Decantación: los flóculos que se han formado, debido a los agentes floculantes y coagulantes, sedimentan en tanques y se extraen del fondo mediante una corriente de lodos a la vez que, por la parte superior, se obtiene el agua clarificada.

– Filtración: el agua sobrenadante pasa a través de un lecho filtrante que retiene las partículas sólidas y deja correr el líquido. Los filtros más utilizados son la arena y el carbón activo granular.

– Desinfección: esta es la etapa final y la de mayor importancia, puesto que debe garantizar la eliminación de microorganismos patógenos causantes de muchas enfermedades (hepatitis, tifus, gastroenteritis, etc.). La desinfección se consigue con tratamientos químicos o aplicando radiación. El procedimiento químico más utilizado es la cloración pero existen otros como el dióxido de cloro o el ozono.

Aunque el agua que llega a nuestros hogares a través de los sistemas de agua corriente es apta para el consumo humano, queda muy lejos de los estándares de máxima calidad de, por ejemplo, el agua embotellada. Por ello, para una mayor garantía de pureza, y una mayor tranquilidad por parte del consumidor, se recomienda la instalación en los hogares de sistemas de filtrado, como el de ósmosis inversa, que garantizan una calidad superior de las aguas.