Una membrana osmótica se compone de diversas capas de un material llamado poliamida (un polímero caracterizado por la presencia de diversos grupos amida, como, por ejemplo, el nailon), por las cuales atraviesa el agua que se pretende tratar con el fin de lograr un producto prácticamente libre de sales monovalentes, ácidos no disociados, bacterias y virus, entre otros compuestos.
Aunque existen membranas con poros de diversas medidas, las más empleadas son aquellas que poseen unos poros de 0,0001 micras y los materiales más usados para su fabricación, dentro de las poliamidas, son el acetato de celulosa, algunos polímeros como los polisulfonatos y polímeros cerámicos.
Cada tipo de membrana osmótica presenta unas características específicas, pero todas ellas deben estar basadas en tres parámetros: la temperatura del agua que se deberá filtrar, la presión del agua y el total de sólidos disueltos en el agua (TSD). Así pues, la eficiencia de las membranas osmóticas dependerá de estos tres parámetros: a mayor calidad de la membrana, mayor eficacia de esta.
En cuanto al tiempo de vida de la membrana, este dependerá de una serie de factores: la cantidad de agua que se deba filtrar, la calidad del agua y la cantidad de agua que se deba desechar. Así, cuantos más desechos contenga el agua, peor resultará la calidad del agua una vez filtrada y menos vida útil tendrá la membrana, que se verá expuesta a un mayor flujo de trabajo. De la misma forma, cuanta más agua se deba filtrar, menos durará la membrana, así como a mayor cantidad de agua de desecho.
Estas membranas ofrecen diversas ventajas en comparación con los métodos tradicionales de filtrado, pues el empleo de químicos en su funcionamiento es casi inexistente, los costes de instalación son bajos y las mediciones de la salubridad del agua están más controladas. Por otra parte, este tipo de membranas están indicadas para múltiples tipos de agua: pura, ultrapura, residual, potable, municipal, sanitaria, etc., así como para cualquier tipo de flujo. De la misma forma, en la industria cada vez más se emplean las membranas osmóticas en campos tan variados como la biotecnología, la farmacia, la industria alimentaria o la electrónica. También, de un tiempo a esta parte, se han utilizado en procesos como la desalinización, por no hablar del incremento de su uso en los hogares, con resultados excepcionales. Y ello se debe a la gran eficiencia de este tipo de filtros, en los que todo son ventajas.
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