El ciclo hidrológico se divide en diversas partes pero una de las más importantes está relacionada con las precipitaciones. El agua puede caer tanto de forma líquida, mediante la lluvia, o de forma sólida, como puede ser la nieve y el granizo. Una vez estas precipitaciones están sobre el terreno, una parte circula sobre este, superficialmente, y constituye la creación de diversas formaciones geológicas como son los barrancos, los ríos y arroyos.
Otra parte de estas precipitaciones se filtra a través del terreno y pasa a formar parte del agua subterránea que se contiene en los acuíferos y que, en ciertas ocasiones y según diversas circunstancias, da lugar a la creación de ríos subterráneos. Finalmente, parte del agua aflora al exterior a través de fuentes y manantiales que, a su vez, crean ríos y arroyos.
La mayoría del agua que desciende por el caudal de los ríos se desvía por canales para su transporte y otra parte se almacena en diversos lagos y embalses. Las estaciones de aforo son las instalaciones que nos permiten controlar la medición del agua de ríos y embalses, así como conocer la evolución de los caudales en puntos determinados de la geografía.
Esta medición se obtiene teniendo un registro de la altura que llega a alcanzar el agua en un tramo concreto del río en el cual se ha creado una forma geométrica y se la relaciona con la velocidad que alcanza la corriente del agua en ese punto.
En un punto de sección rectangular, el caudal se estima de forma sencilla. En primer lugar ha de calcularse el tamaño de la sección que ha sido anegada: para su obtención debe multiplicarse la anchura del tramo por la altura que llega a alcanzar el agua, en otras palabras: la profundidad de dicho tramo; esta medición siempre se expresará en metros. Tras esta operación se consigue conocer el caudal del río al multiplicar el valor anteriormente recogido por la velocidad del agua, reflejada en metros por segundo.
Las diferentes estaciones de aforo instaladas a lo largo de todo el país se agrupan en diferentes redes, en función de su finalidad. Además constan de diversos tipos de sensores los cuales proporcionan informaciones detalladas que son necesarias para la obtención y el cálculo de los diferentes datos en relación con sus objetivos.
Sin duda, una de las maneras de proteger nuestro medio ambiente y detener o disminuir la emisión de C02 a nuestra atmósfera es la eliminación del uso de plásticos desechables de un solo uso, como por ejemplo las botellas de agua. Una gran solución a este problema son los sistemas de filtrado de agua por ósmosis inversa, que garantizan una agua de la máxima calidad a un coste ecológico muchísimo menor que el del agua embotellada.