El agua es un bien básico en nuestro día a día y, pese a que España es un país con un amplio número de recursos hídricos, debido a la gran cantidad de ríos y embalses que posee, esto no significa, en ninguno de los casos, que la calidad de sus aguas para uso humano, doméstico o de regadío sea de buena calidad. Según investigaciones realizadas en el año 2005 por Greenpeace, únicamente el 11 % de las aguas fluviales españolas son de calidad aceptable.

La legislación española vigente sobre el agua de consumo es sumamente exigente y se basa en directivas de la Unión Europea. Cada comunidad autónoma depende de sus propias normativas en lo referente a la calidad de sus aguas, por lo que cada municipio tendrá sus propios varemos cualitativos, en función de la procedencia de sus aguas y de los métodos de potabilización de las mismas. Este hecho determina, en cada caso, si el agua es apta para consumo humano o no. Toda esta información es recogida en el Sistema de Información Nacional de Agua de consumo (SINAC), que pertenece al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI).

La calidad del agua es algo que nos interesa a todos, ya que debemos informarnos sobre el tipo de fluidos que corren por las tuberías de nuestros hogares, puesto que la utilizamos diariamente para beber, preparar alimentos, ducharnos o regar, entre otras actividades. Así pues, es de vital importancia conocer de primera mano cuál es la calidad del agua que brota de nuestros grifos con el fin de garantizar que nuestra salud no corre ningún riesgo debido a su uso o consumo.

En la mayoría de las ciudades españolas, la principal fuente de agua para el ser humano suele ser la del grifo, por lo que la calidad de esta ha de ser valorada detalladamente. La ingesta de agua de baja calidad puede dar lugar a enfermedades o problemas de salud, y la piel, los dientes y el cabello también pueden verse afectados debido a que empleamos agua corriente a la hora de asearnos.

Dependiendo del origen del agua corriente que consumimos en nuestros hogares puede determinarse su calidad. Si esta procede de las sierras o de manantiales, su pureza es mayor y, por tanto, suele ser de mejor calidad. En cambio, la mayoría de las aguas corrientes de las poblaciones de las zonas costeras acostumbran a tener mayor índice de salinidad y pueden resultar más desagradables.

Actualmente diversos organismos como la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) se ocupan de valorar periódicamente la calidad del agua de nuestros grifos por todo el territorio nacional.

Una forma sencilla y eficaz para despreocuparnos de la calidad del agua que consumimos en nuestros hogares es la instalación de sistemas de ósmosis inversa, puesto que son capaces de lograr, mediante de sus filtros, un agua de gran pureza y agradable sabor, así como un suministro ilimitado.