El carbón activado es un adsorbente que se caracteriza por estar compuesto por una gran cantidad de microporos que tienen la capacidad de filtrar diferentes sustancias. Se emplea en muy diversas industrias, como por ejemplo en la extracción de metales, en medicina (tanto humana como veterinaria) para paliar intoxicaciones, en la industria del automóvil para controlar las emisiones, en el tratamiento de aguas residuales y en la purificación del agua potable.
En estas dos últimas actividades, los filtros de carbón activado se utilizan en un sinfín de ámbitos, desde grandes industrias hasta casas y edificios, para purificar el agua de contaminantes tales como herbicidas, pesticidas, cloro, desechos radioactivos, plomo, cadmio, mercurio, radón del agua, bifenilos policlorados y dioxinas, entre otros. No obstante, al contrario de lo que se suele creer, estos filtros no logran filtrar ni hongos, ni bacterias ni virus, a diferencia de los sistemas de ósmosis inversa.
Los filtros de carbón activado funcionan a modo de tamiz, esto es, sus diminutos poros son capaces de filtrar las moléculas de materiales nocivos de un tamaño menor a 2 nanómetros. Las moléculas del carbón adsorben estos materiales y dejan pasar las moléculas del agua puras. El carbón se expone a un proceso de carga de electricidad (carga negativa) por el que adquiere la capacidad de atracción de diferentes moléculas nocivas de los contaminantes (carga positiva). Estos, al pasar junto con el agua, se quedan adheridos al filtro, que al cabo de determinado tiempo se debe cambiar por uno nuevo. De esta forma, el agua queda limpia de este tipo de sustancias.
Las principales ventajas de esta clase de filtros son las siguientes: para purificar el agua no se debe emplear ningún otro tipo de producto químico, basta con el filtro de carbón activado; tanto los costes de instalación de los filtros como los filtros mismos son bajos; el agua resultante es apta para el consumo humano, con una alta calidad y seguridad salubre, libre de contaminantes químicos y otros; su precio compensa ampliamente el que se deriva de la compra de agua embotellada; es cómodo, limpio y apenas requiere mantenimiento; no consume electricidad ni otra energía de ningún tipo; no deja agua residual, es decir, no se pierde nada de agua, pues la misma cantidad que pasa por el filtro es la misma cantidad que se puede consumir.