El territorio español cuenta con un gran número de ríos que se dividen en tres vertientes en función de sus desembocaduras: la cantábrica, la atlántica y la mediterránea. Según su recorrido, así como su procedencia, los ríos presentan diferentes calidades en sus aguas. Un dato que hay que tener en cuenta, según un estudio realizado por la organización Greenpeace, es que el 33 % de nuestros cauces se encuentran en un estado de calidad inaceptable a consecuencia de la contaminación de sus aguas, situación que podría ser todavía más dramática si tuviésemos en cuenta el estado de las aguas subterráneas.

Debido al crecimiento industrial, al continuo vertido de agentes contaminantes provenientes tanto de las fábricas como de las ciudades —cuyo crecimiento demográfico no hace más que aumentar—, la calidad de las aguas de los ríos españoles se ve sometida a un continuo e incesante empeoramiento. Otro de los problemas principales de la contaminación de las aguas de ríos y acuíferos son los retornos del riego, o de la lluvia, en los campos de cultivo, que son tratados con agentes agroquímicos, muchos de ellos incluso prohibidos. De hecho, los ríos españoles son, de toda Europa, los más contaminados por plaguicidas.

Otras de las fuentes de contaminantes son la actividad minera, el vertido de lodos tóxicos, la contaminación con metales pesados y otras sustancias peligrosas provenientes de las industrias, los vertidos de sosa caústica procedentes de empresas aceituneras para el proceso de prensado de la aceituna, etc. Todos ellos son agentes y actividades responsables de la degradación de las aguas fluviales españolas.

Cuatro de cada diez de los ríos de nuestro país, es decir el 25 %, no serían capaces de superar el análisis de calidad de sus aguas según un documento de síntesis de los planes hidrológicos (2015-2021), por lo que España claramente no cumple con el objetivo de la Directiva Marco del Agua, la cual pretendía que, en 2015, todas las masas de agua estuviesen en buen estado. Y, pese al uso de depuradoras, ubicadas por todas las cuencas de los ríos de nuestro territorio nacional, el sistema no es capaz de filtrar todos los agentes contaminantes que contienen nuestras aguas fluviales.

Por otro lado, en ciudades muy pobladas, la primera hora de lluvia es capaz de generar un flujo de agua más contaminante aún que nuestras propias aguas residuales; esto es debido a que arrastra una gran cantidad de contaminantes atmosféricos que terminan vertiéndose a las cuencas de los ríos.

Por todo ello, la calidad del agua corriente que llega a nuestros hogares queda muy lejos de ser la mejor, a pesar de todos los sistemas de filtrado a los que es sometida. La instalación de sistemas de ósmosis inversa es una eficaz manera de lograr un agua corriente más pura: de forma eficaz y económica, logrará que en su hogar todos los suyos puedan disfrutar de un agua libre de contaminantes, lo que se verá reflejado en la salud de toda su familia.