Cada vez somos más conscientes de la existencia de la ósmosis inversa, pero hoy hablaremos un poco sobre otro tipo de ósmosis.

Se trata nada más y nada menos de la ósmosis directa.

Es cierto que en las dos tecnologías el agua pasa por unas membranas especiales semipermeables, por las que se retienen las moléculas. No obstante en la ósmosis inversa la fuerza que impulsa el flujo de agua es una presión hidráulica física, y en cambio en la ósmosis directa, el flujo del agua circula debido a una presión química distinta, por ello deben revisarse ambas y observar bien los parámetros operacionales para evitar que ambas membranas terminen sucias.

Gracias a unos estudios de la ambientóloga Bàrbara Roselló Gomila se estudió el uso de la ósmosis directa para poder transformar el agua residual en un flujo de ácidos grasos volátiles hasta poder concentrarse en 300mg por litro.

La investigación fue financiada por la empresa Aqualia y se realizó en los laboratorios de LEQUIA, grupo supervisado bajo el Dr. Gaëtan Blandin acompañado del Dr. Joaquin Comas.

Gracias a los resultados obtenidos por Aqualia, se ha obtenido una solución innovadora y con un bajo coste para poder desalinizar el agua. Se trata de un sistema bioelectrogénico con el que se consigue provecho a través de la materia orgánica situada en el agua residual y empleada a modo de energía.

Una vez puesto en marcha todo, se tuvieron que tomar ciertas medidas de precaución, teniendo en cuenta el control de la membrana para no ser ensuciada, y por otra parte, los parámetros operacionales eran algo a tener en cuenta también.